martes, 1 de abril de 2008

Intento de expresar una sensación.

Is there a love lost and found?

¿Hay un amor perdido y recuperado?

Clyde (tori amos)

O quizás hubiese sido más transparente escribir "encontrado". "Recuperado" indica que el amor que se encuentra es el mismo que fue perdido. Y no sé si eso es así. Pero eso no es lo central. Lo que me interesa en esa frase es el orden de las palabras ("amor" y "recuperado" o "encontrado"). Quiero pensar unas líneas a partir de lo siguiente: respetar ese orden, ponerle una pequeña restricción al sentido, y ver qué pasa. Entonces...

Love lost and found. Amor perdido y recuperado. En ese orden. Y con esta restricción: que ese amor perdido del que habla Clyde haga su primera aparición precisamente con el término "amor" que dicha frase enarbola. Sin haberse anunciado antes. Sin haberse ganado para después perderlo. Dicho más claramente: que el amor aparezca por primera vez como perdido. Que no cumpla con la norma del sentido común que dicta que para perder algo primero hay que tenerlo; pero que tampoco cumpla con la norma del taoísmo, cuando dice: "Lo que quieras recibir, tienes que darlo primero". Ni precepto mercantil sentimental, ni latido oculto en el corazón de las cosas. Más bien eso: un espacio vacío originario, que señala con sus dedos temblorosos el abismo. Un amor que nunca se tuvo pero que de todos modos ya no se tiene, y que espera volver a ser encontrado. Aunque nunca haya habido una primera posesión efectiva que nos permita hablar de re-encuentros.


Lao Tsé dijo que

para recibir algo, tienes que darlo primero

Y lo mismo Alanis Morissette cuando dice

The moment I let go of it
was the moment I got more than I could handle

Los dos aluden al sutil mecanismo con que fluye el mundo. A mayor esfuerzo, menor intensidad de la corriente; a mayor olvido de sí mismo, mayor abundancia en la correntada del ser. Pero es un mecanismo que nadie puede manejar: quien lo pretende retener, lo pierde. Este amor del que hablo no funciona de ese modo. No se lo puede dar antes de recibirlo, más bien se lo perdió sin haberlo tenido nunca. Sólo se puede esperar, en silencio, el momento en que, no buscando nada, hallemos nuevamente lo que de tan ajeno se nos hizo familiar.